Barcelona, 15 de Febrero, Casino L'Aliança

Imma escribió:
No soy ninguna entendida en música, pero en referencia a las peticiones de algún tipo de crónica y la escasa participación, me siento invitada a dar mi opinión (totalmente personal y subjetiva) sobre el concierto en Barcelona. Si al final de éste logro satisfacer vuestra curiosidad, no lo habré hecho mal digo yo.

No sé si solo ocurre en Barcelona o entre las generaciones más jóvenes por decirlo de alguna manera, o simplemente entre mis amigos, pero lo cierto es que poca gente de mi alrededor conoce a Quique, aunque a poco a poco ando esforzándome para que no sea así, estoy en ello. Por eso, tuve la suerte de compartir mi primer concierto de Quique y su banda junto a tres de mis mejores amigos. Empezó puntual (lo cierto es que lleguemos algo tarde) y al sentarnos (anfiteatro) comprobé que la media de edad era de unos 30 años, detalle que corrobora mi hipótesis.

El primer tema fue Y los conserjes de noche, empezó solo con la sala a oscuras, llevaba gorra y la luz de una lámpara lo acompañaba mientras el público lo escuchaba boquiabierto, tiene una voz preciosa (dijo una de mis amigas). Y es cierto, no pudo empezar mejor. Más tarde contemplemos la delicadeza con la que el escenario estaba adornado al unisón con la armonía de las luces como si de una noche estrellada se tratara.
No me acuerdo del orden, pero toco 28 temas en total, entre ellos:
Todos los temas de avería y redención (diría que excepto Las gafas de Mike). De sus anteriores discos: Te lo dije, Aunque tu no lo sepas, Salitre, Miss camiseta mojada, Deportado, Kid chocolate, Me agarraste, Bajo la lluvia, Polvo en el aire, 73, palomas en la quinta,… igual me dejo alguna.

La banda magnífica, el guitarra y el batería tienen un feeling increíble (comentaba mi amigo, entendido en el tema), hasta el punto de quitarle cierto protagonismo (merecido sobradamente) a Quique.
A mi parecer hubo un punto de inflexión cuando tocó La luna debajo del brazo, impresionante, nos dejo embobados de nuevo.
Los comentarios que realiza entre canciones son escasos, habla flojito y apenas lo oíamos desde dónde estábamos sentados, no obstante en todo momento percibimos un vínculo exclusivo con nosotros (el público), reflejado tanto a la hora de hacernos partícipes de las letras de sus canciones como respondiendo algún comentario espontáneo, produciéndose así una especie de feedback que contribuía aun más al merecido adjetivo de concierto intimista.

El punto final a la fiesta lo puso con Vidas cruzadas, no pudimos permanecer más tiempo sentados en las respectivas butacas, y nos pusimos en pie a bailar rock & roll.

Lo que menos me esperaba fue poder saludarle, hacernos unas fotos y darle las gracias por esas dos horas mágicas. A pesar de que en ese momento refiriera que a mi parecer habían faltado canciones, inclusive le pidiera que me firmara una bota (a modo de poder perpetuar aún más aquel momento)… y aunque no me diera cuenta entonces, aquellos instantes fueron importantes para mí. Y ahora, hubiera cambiado aquellas palabras absurdas por: ¿Cuándo vas a venir otra vez por aquí?

Para mi fue un concierto exquisito, que aún saboreo, y con ello me refiero a distinguido y elegante a la vez, me sentí privilegiada, por haber asistido al concierto, por conocer su música y haberlo compartido con mis mejores amigos.

Horas después casualmente, entraron en la discoteca dónde estabamos haciendo cola y pretendiamos entrar. ¡Pero eso ya es otra historia!